top of page

Ontología del crimen


Ser criminal ha sido, desde la antigüedad, un acto reprobable. En la Biblia, Eva confabula con la serpiente y Adán para hurtar la única manzana que Dios les prohíbe tomar, lo que origina todos los males.

La condena que el robo y el asesinato suscita en los códigos de leyes de las tablas sumerias y el código de Hammurabi de Babilonia, es corroborado por el quinto y séptimo mandamiento de la Biblia y varios pasajes de El Corán. La ley del talión, a menudo expresada por la frase "ojo por ojo, diente por diente," establecía una correspondencia directa entre el castigo impuesto y el delito cometido. La ley del talión conllevaba a la pena de muerte para el asesino, y la pérdida de sus manos para el pícaro.

Jesús mismo se presenta ante sus discípulos como la némesis del asesino y el caco:


"El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia." Juan 10:9-10

La justificación política del crimen


Pero al mismo tiempo que se imponían condenas para castigar el asesinato como crimen, surgía una visión heroica del mismo, particularmente a través del robo y la mentira, ambas encarnaciones del engaño.

Hesíodo y Esquilo nos presentan así a un Prometeo mesiánico que hurta el fuego a los dioses para que los hombres mejoren su calidad de vida con el desarrollo de las artes y las ciencias. El villano de la tragedia “Prometeo Encadenado” es un Zeus tiránico, que resiente que la humanidad abandone su estado primitivo, aquel que en la Biblia sería el Edén y en Ovidio la edad de oro. Prometeo, por lo tanto, es el equivalente de la serpiente del Génesis, que en “El Paraíso Perdido” de John Milton es el mismo Satanás:


Su rostro desencajado lo sintió agudo y sobrio,

Sus brazos se aferraron a sus costillas, sus piernas entrelazadas

Una a la otra, hasta que, suplantado, cayó,

Una serpiente monstruosa boca abajo,

Reacia, pero en vano; un mayor poder[1]


Mentiras y robos aparecieron justificados en la literatura y mitos de la antigüedad, si bien como estratagemas para burlar a los injustos, a los  poderosos opresores y a los asesinos.

Es este giro del pensamiento la causa de nuestra permisividad hacia el crimen. El argumento de partida es el mecanismo de defensa. Si soy atacado, se predica desde entonces, debo defenderme, no importa que sea con mentira y con violencia.

También leemos en “La Odisea” que Ulises hurta a Polifemo su único ojo, lo que le permite escapar de una muerte segura.

En la Biblia, Jacobo hurta la bendición paterna a su hermano gemelo Esaú, lo que le permite fundar a la nación de Israel.

La opresión del Imperio Romano permite el surgimiento de rebeldes desesperados y criminales como Viriato, Búdica, Espartaco y Simón Bar Giora. La edad media nos entrega a Robin Hood, defensor de los indefensos, quien roba y mata en los bosques de Sherwood para dar de comer a los pobres.

En la tradición suiza, el subversivo Guillermo Tell es un héroe nacional. La historia más famosa cuenta cómo Tell se negó a rendir homenaje a la gorra colocada en un poste por el gobernador Gessler, lo que llevó a una serie de eventos que finalmente resultaron en el disparo preciso de Tell con su ballesta, liberando a su pueblo de la opresión.

El intento eventualmente inútil de España de recuperar las colonias americanas que había perdido durante la ocupación napoleónica, entregó cientos de próceres de la Independencia a las naciones Americanas. En Colombia subversivos contra la corona española como José Antonio Galán, Policarpa Salavarrieta y Antonia Santos son hoy venerados como mártires de la libertad.


El falso silogismo de los criminales políticos

Sin embargo, la lucha contra regímenes opresivos es a menudo manipulada por criminales perspicaces y fanáticos, quienes justifican la violación, el robo y el asesinato en la historia de dichos mártires.

Tal ha sido el caso de tantos terroristas del siglo 20 y 21, quienes alegan que todo acto violento es una protesta contra un régimen opresor.

Ejemplo de ello es la terrorista del grupo narcotraficante con nexos con el Cartel de los Soles en Venezuela, el ELN de Colombia, Violeta Arango Ramírez, quien el 17 de junio de 2017 dejó una cartera llena de explosivos en el baño de mujeres del segundo piso del Centro Comercial Andino en Bogotá, asesinando a tres inocentes mujeres, en “protesta” por el voto mayoritario en las urnas en contra del acuerdo de paz auspiciado por la tiranía de Cuba entre la guerrilla de la FARC y el Estado Colombiano del Presidente Santos.

La antidemocrática Violeta fue capturada y luego liberada por el exterrorista Gustavo Petro, quien la nombró “gestora de paz”. Violeta fue entonces invitada a una universidad de filiación socialista en donde, vistiendo la bufanda keffiyeh a cuadros rojos y blancos, tan del gusto de los líderes de la Intifada palestina, dijo ante una nación pasmada que ser terrorista es “una opción de vida” para “mayores de 15 años”, “siguiendo leyes internacionales”.

Su silogismo, como el de tantos terroristas auto-pretendidamente avalados por su intención política, es el siguiente:


1. La violencia se justifica contra un régimen opresor

2. Todo régimen que permita la propiedad privada es opresor.

3. Luego todo acto de violencia está justificado en naciones que no sean socialistas.


La falacia principal aquí es en la premisa 2, donde se hace una generalización amplia al afirmar que "todo régimen que permita la propiedad privada es opresor". Esta afirmación es una generalización apresurada, ya que no todos los regímenes que permiten la propiedad privada necesariamente son opresores.

Hay una variedad de sistemas políticos y económicos que permiten la propiedad privada sin ser automáticamente opresivos, tales como:

La Economía Mixta, la cual combina elementos de una economía de mercado con intervenciones del gobierno para corregir desigualdades y garantizar el bienestar social. La propiedad privada sigue siendo un componente central, pero se equilibra con regulaciones y políticas sociales.

Capitalismo Social, el cual promueve la propiedad privada, pero con un énfasis en la responsabilidad social y la distribución equitativa de la riqueza. Empresas pueden existir en manos privadas, pero se espera que contribuyan positivamente a la sociedad.

Economía de Mercado Regulada, economía de mercado donde el gobierno establece regulaciones para evitar abusos y proteger a los consumidores. La propiedad privada está presente, pero el estado interviene para garantizar un juego justo.

Cooperativismo, en que las empresas son de propiedad conjunta, donde los empleados comparten la propiedad y la toma de decisiones, lo que fomenta la propiedad privada en un sentido colectivo y democrático.

Además, la conclusión (premisa 3) que "todo acto de violencia está justificado en naciones que no sean socialistas". no sigue necesariamente de las premisas anteriores y es una extrapolación no respaldada. Incluso si aceptamos la premisa de que la violencia puede estar justificada contra un régimen opresor, no significa automáticamente que cualquier acto de violencia sea válido en cualquier contexto.

Baste mencionar que el secuestro de bebés (al estilo Hamas) y la violación de vírgenes no está respaldada por ninguna ideología civilizada. Ambos son el equivalente moderno del canibalismo.


Naciones que sobornan a terroristas

Dicho esto, desde la Real Politik, los estados desarrollados, guiados por su ideología neocolonialista (la cual analizaremos más adelante), buscan prevenir cualquier disidencia. Lo hacen mediante la apariencia de ser una democracia participativa que vela por el bienestar de sus ciudadanos, especialmente aquellos que podrían representar un peligro para su estabilidad y existencia.

Es por ello que algunos estados desarrollados ofrecen subvenciones a aquellos que no trabajan, ya sea debido al desempleo o a la desidia. Esto tiene como objetivo evitar ser denominados "opresores", sin importar si dicho desempleo o falta de recursos se debe a la exclusión o a mera pereza.

Esta ideología, sin embargo, desestabiliza el orden mundial, ya que fomenta la inmigración ilegal en busca de tales privilegios, al tiempo que deja en claro la desigualdad entre los habitantes de diferentes naciones.

La desigualdad promovida se avala hipócritamente mediante la connivencia con el terrorismo en naciones que carecen de subsidios permanentes para los desempleados. Se presupone que los actos de violencia son válidos allí debido a que sus habitantes carecen de los privilegios de las naciones ricas. No obstante, estas naciones más ricas continúan afectando las economías de dichos países con intereses agiotistas y regulaciones que impiden su crecimiento, como ya hemos expuesto.


El caso colombiano: un experimento peligroso

El actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha propuesto un programa de subsidios mensuales de trescientos dólares a jóvenes en riesgo de ser cooptados por grupos criminales. Este programa, llamado "Jóvenes en Paz", ha sido ampliamente criticado por la oposición, que lo considera un incentivo a la delincuencia.

El programa prioriza a los jóvenes que ya han delinquido, lo que puede desalentar la reinserción social. El programa es demasiado costoso y podría utilizarse para financiar a grupos armados ilegales. El programa envía un mensaje equivocado a la sociedad, que puede interpretarse como una legitimación de la violencia[2].

Yo mismo denuncié en los medios el haber sido perseguido por un grupo de paramilitares petristas, cuchillo en mano, en 2015, después de criticar a Petro en uno de mis documentales, el cual no terminé por las amenazas a sus protagonistas.

El caso colombiano es un experimento peligroso que ya tiene consecuencias desastrosas para el país, como lo ha analizado el periódico inglés Finantial Times[3]. Las políticas fracasadas de Petro han sido también desaprobadas por otros países de América Latina, donde la violencia y el crimen organizado es un problema generalizado.

El programa de Petro presentaba una serie de riesgos evidentes:

El riesgo de incentivar la delincuencia: El programa podría desalentar la reinserción social de los jóvenes que han delinquido, ya que les proporciona una fuente de ingresos sin necesidad de trabajar. Esto podría llevar a que más jóvenes se involucren en actividades delictivas.

El riesgo de financiar a grupos armados ilegales: El programa es financiado con fondos públicos, lo que podría utilizarse para financiar a grupos armados ilegales. Esto podría agravar el problema de la violencia en Colombia.

El riesgo de legitimar la violencia: El programa envía un mensaje equivocado a la sociedad, que puede interpretarse como una legitimación de la violencia. Esto podría conducir a un aumento de la violencia en el país.

Existen alternativas al programa de Petro que podrían ser más efectivas y menos riesgosas. Estas alternativas incluyen:

Programas de reinserción social: Estos programas proporcionan a los jóvenes que han delinquido las herramientas y el apoyo que necesitan para reintegrarse a la sociedad.

Programas de prevención de la violencia: Estos programas se centran en abordar los factores que conducen a la delincuencia, como la pobreza, la falta de oportunidades y la desigualdad.

Es importante que el gobierno colombiano considere estas alternativas antes de implementar el programa de Petro. Un programa bien diseñado podría ayudar a reducir la violencia en el país, pero un programa mal diseñado podría tener consecuencias desastrosas.


El crítico caso del Imperio Romano

A finales del siglo IV y principios del siglo V, el Imperio Romano se encontraba en una profunda crisis. Las fronteras del Imperio estaban siendo invadidas por pueblos bárbaros, y la economía estaba en declive.

En este contexto, los gobernantes romanos comenzaron a pagar a los pueblos bárbaros para que no invadieran sus territorios. El objetivo era mantener la paz y evitar la guerra.

En el año 406, los vándalos, los godos y los suevos cruzaron el río Rin y entraron en el Imperio Romano. Los romanos, incapaces de detenerlos, decidieron pagarles para que se retiraran.

Los bárbaros recibieron grandes cantidades de oro y plata, pero no se retiraron. En cambio, se instalaron en el Imperio y comenzaron a exigir más tierras y privilegios.

En el año 410, los vándalos, liderados por Alarico, saquearon Roma. Este evento marcó el comienzo del fin del Imperio Romano de Occidente.

Los pueblos bárbaros continuaron invadiendo el Imperio Romano, y poco a poco fueron tomando el control de sus territorios. En el año 476, el último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo, fue depuesto por el rey bárbaro Odoacro.

El pago de oro a los pueblos bárbaros fue una decisión que tuvo consecuencias desastrosas para el Imperio Romano. El oro que se pagó a los bárbaros podría haberse utilizado para fortalecer el ejército y las defensas del Imperio, pero en cambio se utilizó para comprar la paz temporal.

Esta decisión también envió un mensaje equivocado a los bárbaros, y contribuyó al declive y la caída del Imperio Romano.. Les enseñó que podían obtener lo que querían con la fuerza y la violencia. Esto, a su vez, los animó a continuar invadiendo el Imperio Romano.


Un mundo de paz gobernado por matones

En ambos escenarios, la clase media fue la que más sufrió. Mientras que los plutócratas tenían la capacidad de trasladar su capital de una nación a otra, los demagogos incitaban al odio y el resentimiento entre las clases pobres y rurales para mantener el poder, como lo ejemplificaban Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela.

Los ejemplos de persecución política en estos países llamados socialistas ilustran aún más las consecuencias de tal dinámica de poder. Los disidentes, activistas e individuos críticos de los regímenes gobernantes en estas naciones a menudo enfrentan persecución, encarcelamiento y censura. Por ejemplo, en Cuba, disidentes políticos como Oswaldo Payá y Guillermo Fariñas han enfrentado acoso y encarcelamiento por su oposición al gobierno. De manera similar, en Venezuela, figuras de la oposición como Leopoldo López han sido arrestadas y sometidas a arresto domiciliario, y los medios de comunicación han enfrentado censura.

Estos casos resaltan cómo la manipulación de la dinámica de clases y la concentración del poder pueden conducir a la supresión de la disidencia y la violación de los derechos humanos básicos.

Además de convertirse en objeto del odio de clases, la clase media sufre el esfuerzo de ser honesta y decente, o, para emplear el lenguaje marxista, la carga del yugo de la moral burguesa. 


Un mundo de paz gobernado por matoneadores

La verdad que ningún filósofo o periodista ha tenido la valentía de cantar al mundo es que somos un mundo de mayorías pacíficas gobernados por matones. Desde que el niño es abandonado en su escuela de Kindergarten por sus padres, sometemos a la humanidad a un mundo en que los más violentos se imponen subrepticiamente. Prueba de ello que en pleno siglo 21, tras los discursos pacifistas de Jesús, Buda y Gandhi el mundo siga presenciando guerras entre hermanos; prueba de ello que el armamento continue siendo la mayor industria del mundo, con la consecuencia de que los mismos productores de armamento sean quienes fomenten dichas guerras.

Prueba de ello la variedad y diversidad de grupos armados que predican actuar a nombre de la paz, el amor, la lucha de clases; la superioridad de una raza, nación, credo religioso, o cualquier otro discurso constantemente refutado por las facultades de filosofía del mundo, para no mencionar el sentido común.

El mundo en que vivimos está conformado de un 80% de gente noble y pacífica que vive a la merced de un 10% que la gobierna y otro 10% que se disputa dicho gobierno por las armas. Dicho 80% es la sal de la tierra, aquellos que perdonamos y resistimos los embates de los Caínes del mundo, aquellos que nos apegamos a los preceptos heredados de los santos y profetas, no por ignorancia o miedo, sino por un afán de vivir y renunciar a la muerte.

Cuando observamos los movimientos de la historia, sus caídas, descensos, guerras y revoluciones, notamos que quienes sobreviven son aquellos que renuncian a la violencia, no aquellos que la ejercen. Y no sólo los Alejandros, Silas, Marios, Julio César, Pompeyos, Neroes y Hitleres mueren abatidos por el hierro que emplearon, sino también los Espartacos, Viriatos, Búdicas, Che Guevaras y soldados anónimos.

La guerra es metafísicamente contraproducente, pues se fundamenta en la eliminación de la misma especie humana con la que pretendemos convivir. Quienes la fundamentan a nombre de las acciones preventivas o la necesidad de acabar a un tirano, renuncian a la fuerza suprema que regula la historia, aquella misma que permite que la mayoría de la humanidad sobreviva día a día.

Quienes objeten que estoy especulando ilusiones no conocen la historia de tantas familias que han sobrevivido a guerras y revoluciones bajo el precepto de renunciar a la violencia, el matoneo y la deshonestidad. Mel Gibson retrata una de estas historias en “Hacksaw Ridge" (En la cima del poder, 2016). Esta película está basada en la historia real de un soldado estadounidense y objetor de conciencia durante la Segunda Guerra Mundial. Desmond Doss, interpretado por Andrew Garfield, se alista en el ejército pero se niega a portar armas o matar debido a sus creencias personales como adventista del séptimo día y su convicción de no quitar vidas. A pesar de enfrentar la discriminación y el escepticismo de sus compañeros soldados y superiores, Doss se mantiene firme en su compromiso de servir como médico de combate y ayudar a salvar vidas en lugar de tomarlas. La película se centra en la Batalla de Okinawa, donde Doss, rescata a más de 75 soldados heridos bajo fuego enemigo, protegido por una fuerza que los soldados consideran divina o sobrenatural.

También he hecho una crónica de la milagrosa protección que he recibido a lo largo de mi vida, publicando estas páginas bajo la amenaza de fuerzas poderosas, como el Vaticano y los Illuminati, debido a mi firme rechazo a la ira, el odio o la venganza, en mi novela “El Profeta Invisible”[4].

Los antiguos preceptos consignados en los libros sagrados, aquellos de ser protegidos por un Dios que premia a los justos y castiga a los intrigantes y violentos, abundan y son reales, pero han sido silenciados por una modernidad ávida de escepticismo y egoísmo trascendental. Asumir que el hombre controla no sólo su vida sino también el destino de la historia y las naciones ha sido refutado una y otra vez por enfermedades, cataclismos y la caída de imperios y proyectos ideológicos que aseguraron, cual constructores de la Torre de Babel, ser la solución socio-política del mundo; verbigracia, la Pax Romana, que legalizaba la esclavitud, así como las plantaciones de caña de Virginia y Carolina en los Estados Unidos, la mita y la encomienda española, el nacionalismo socialista de Mussolini y Hitler, la tiranía del proletariado de la URSS, Cuba, Nicaragua y Venezuela, para no mencionar las colonias europeas en Asia, África y el Medio Oriente.

Es sólo cuando la clase media alcanza el poder a través de una democracia que permita la libertad de prensa y expresión, como en los Estados Unidos y Francia o Inglaterra, que las sociedades se permiten a sí mismas la paz y la prosperidad.

 

El Precariado

Desprotegidos y menospreciados, incapaces de ejercer la violencia, ora por temor religioso, ora por convicciones humanistas, los profesionales sin influencias de la clase media se sumen en una impotencia desamparada; son los que Guy Standing llama El Precariado[5].

Su condición es considerablemente más inestable que la de los antiguos proletarios. El Precariado carece de arraigo, representación o defensa, sin la capacidad de garantizarse un hogar o aspirar a formar una familia, y en muchas ocasiones, sin el respaldo familiar.

El precariado no se adscribe a las categorías tradicionales de clase social; puede incluir desde ejecutivos que han dejado atrás sus empresas hasta profesionales de la clase media y, por supuesto, trabajadores de la clase obrera. Todos ellos, y especialmente ellas, están expuestos a caer en las garras de la precariedad.

Este fenómeno ha sido moldeado por el sistema mercantilista y liberal, aplaudido tanto por capitalistas como progresistas, conduciéndonos a un mundo postindustrial, globalizado, tecnologizado y conectado. Un mundo que, por un lado, permite la explotación laboral en ciertas partes del mundo y, por otro, sume al resto en un mar de inseguridades.

A diferencia del proletariado, que disfrutaba de ciertos privilegios como acuerdos laborales, acceso a la vivienda, oportunidades de crecimiento en la empresa, reconocimiento por antigüedad y jubilación, el precariado carece de estos beneficios. Su realidad fluctúa entre tener y no tener empleo, e incluso cuando lo tiene, implica la ardua tarea de buscar trabajo continuamente. Este constante esfuerzo no solo implica inversión de tiempo y dinero, sino que también conlleva angustia, frustración y baja autoestima. El peligro radica en que el precariado, mal aconsejado, puede explotar en rabia, o caer en la retórica de la ultraderecha, como se observa en el aumento de partidos xenófobos en toda Europa.

Para frenar esta tendencia, Standing propone convertir al precariado en un movimiento político capaz de defender sus derechos, similar a los antiguos sindicatos.

Es de notas que El Precariado es descrito en términos afines con los que Bauman describe la modernidad líquida y Byung-Chul Han la sociedad del cansancio.


La Renta Básica Universal (RBU) en la era de la IA

Más apropiado sería la implementación de una renta básica universal para quienes carezcan de prontuarios criminales, capaz de proporcionar la seguridad que antes brindaba el Estado de bienestar, lo que amainaría las tensiones y orientaría la gestión del tiempo de los ciudadanos en su bienestar y felicidad.

Este argumento es válido, ya que la RBU puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad que pueden generarse por la incertidumbre económica. Al proporcionar a las personas un nivel de seguridad económica, la RBU puede liberarlas para que se concentren en su desarrollo personal y en su participación social.

La inteligencia artificial (IA) está transformando rápidamente la economía global. Las máquinas están aprendiendo a realizar tareas que antes eran realizadas por humanos, lo que está generando un aumento del desempleo y la desigualdad. En este contexto, la Renta Básica Universal (RBU) se presenta como una posible solución para garantizar la seguridad económica de los ciudadanos y reducir las tensiones sociales.

La RBU es un ingreso incondicional que se paga a todos los ciudadanos, independientemente de su situación laboral o económica. Se trata de un sistema de protección social que se basa en la idea de que todos los seres humanos tienen derecho a un nivel de vida mínimo, independientemente de sus circunstancias.

La RBU tiene una serie de ventajas potenciales en la era de la IA. En primer lugar, puede ayudar a reducir el desempleo. Al proporcionar a los ciudadanos un ingreso básico, la RBU puede liberarlos de la presión de tener que trabajar en empleos que pueden ser automatizados. Esto puede conducir a un aumento de la productividad y la innovación, ya que las personas tendrán más tiempo para dedicar a la educación, el desarrollo personal y la creación de nuevas empresas.

En segundo lugar, la RBU puede ayudar a reducir la desigualdad. Al proporcionar a todos los ciudadanos un ingreso básico, la RBU puede ayudar a nivelar el campo de juego y reducir las brechas de riqueza y oportunidades. Esto puede contribuir a crear una sociedad más justa y equitativa.

En tercer lugar, la RBU puede ayudar a mejorar el bienestar y la felicidad de los ciudadanos. Al proporcionar a las personas un nivel de seguridad económica, la RBU puede reducir el estrés y la ansiedad. Esto puede conducir a una mejora de la salud física y mental, así como a un aumento de la participación social y cívica.

Por supuesto, la RBU también presenta algunos desafíos. En primer lugar, es importante encontrar una forma de financiarla. En segundo lugar, es necesario diseñar un sistema que sea equitativo y que no desaliente el trabajo.

En una era que evidencia el fracaso del socialismo y marca el retorno de la economía libre, el Ingreso Básico Universal (UBI) se presenta como un argumento para imponer un impuesto universal sobre la riqueza (IUR). En este modelo, aquellos individuos o empresas que generen utilidades superiores al 1000% anual tendrán la oportunidad de destinar sus ganancias excedentes al bienestar de la humanidad, es decir, al UBI. Aquellos que rechacen este acto filantrópico serán incluidos en una lista pública. Las redes sociales y los periodistas tendrán la libertad de seguirlos y descubrir el destino de sus ingresos adicionales. Esta propuesta busca aprovechar los éxitos de una economía de mercado libre, al tiempo que destaca la responsabilidad social corporativa y la transparencia en la distribución de la riqueza en beneficio colectivo de la sociedad.

En la era de la IA, la RBU será una herramienta esencial para garantizar la seguridad económica de los ciudadanos y reducir las tensiones sociales.

El crimen, raíz de la náusea existencial


La aceptación del crimen como un subproducto de las imperfecciones sociales nos ha conducido a semejante encrucijada. ¡Cuán más simple sería aislar a los deshonestos y violentos en prisiones y separarlos de los ciudadanos honestos! Tal es el logro del presidente Bukele en El Salvador que mantiene al mundo hoy sin aliento. Su esfuerzo no es nuevo; el orden social riguroso es propio de naciones como China y Singapur, en donde el criminal no puede escapar a su castigo con dinero, ONGs que aboguen por sus derechos o subterfugios legales como autodenominarse “gestor de paz” o guerrillero.

Fueron las liberalidades de los 1960s, resultados de las luchas por los derechos civiles, los que despertaron espacios de permisibilidad que los bandidos supieron aprovechar. Verbigracia, la apertura de los Estados Unidos en 1980 a los inmigrantes cubanos durante el éxodo de Mariel, oportunidad que Fidel Castro aprovechó para enviar a sus más peligrosos maleantes a la Florida. Antes del éxodo, Fidel Castro liberó a un gran número de presos y enfermos mentales, a quienes embarcó y envió a los Estados Unidos. Cuba exportó así miles de individuos con historial delictivo, quienes de inmediato se embarcaron en actividades criminales, tal y como lo representa la película Scarface (Palma, 1982).


Es preferible vivir en paz a ser violento

Por más heroicas que sean las hazañas de los revolucionarios, la historia ha demostrado que quienes renuncian a la violencia son quienes mejor disfrutan sus vidas y tienen una larga y saludable existencia.

Cuando el conglomerado socialista colombiano se levantó contra el Presidente Iván Duque en 2021, con jóvenes contratados para vandalizar bancos y locales comerciales, asesinar policías y hacer retenes ilegales que interrumpieran la llegada de los víveres a las ciudades, los profesores de la universidad más económica de Colombia, UNIMINUTO, colegas míos a quienes sólo había conocido virtualmente por el confinamiento de la pandemia, habían decidido en bloque apoyar la violencia de la guerrilla. Yo era el único que faltaba por consultar, y no lo habían hecho por conocer mi postura contra la demagogia socialista y la violencia guerrillera, causante de secuestros, violaciones y extorsiones en toda Colombia.

 Uno de ellos escribió entonces en nuestro grupo de Wsup que esperaba que la policía que estaba “masacrando a los jóvenes” se muriera por acción divina.

“Como cualquiera que asesina a otro con sevicia”, repuse.

“¿Incluso si asesina a un policía por la libertad?”

“Quien a hierro mata a hierro muere,” repliqué citando el evangelio.

“¿Qué propone entonces?”, intervino un tercero.

“Obrar como San Francisco de Asís”, dije. “Y cantar a Dios ‘Hazme un instrumento de tu paz’.

El tercer docente escribió en términos soeces que San Francisco era un hipócrita que había permitido que la Inquisición quemara herejes mientras predicaba.

Mi próxima refutación era tan evidente, aquella de que eso sería tan absurdo como culpar a sus antepasados colombianos de no haber detenido el Holocausto nazi desde Colombia, que el más anciano docente, quien desde las sombras avalaba aquella postura belicista y organizaba aquellos argumentos, interrumpió el chat con una broma ligera: “¡D… el Inquisidor!”.

Cabe mencionar que uno de los docentes que me atacaba publicó fotos con armas y piedras, evidenciando su participación violenta en aquellos disturbios en que murieron docenas de policías y civiles inocentes. Un año después, confirmando mis palabras, aquel violento amaneció inexplicablemente muerto en su cama.

Tras aquella refutación de los violentos, mis estudiantes me preguntaron sobre mi postura en clase en línea. Sabía que mi respuesta estaba siendo grabada en línea y sería transmitida a todos los docentes de la nación.

Repliqué con los argumentos arriba expuestos, aconsejando que dejáramos la lucha de la violencia a los violentos, fueran estos guerrilleros y militares, o jóvenes protestantes y vándalos, pues son ellos los que, si analizamos la historia, sufren a la postre por sus desmanes. Quien roba y mata nunca olvida que es un criminal, así como el que renuncia a matar o roba nunca olvida que es honesto, y es ese recuerdo de lo pasado el que da la tranquilidad o intranquilidad no sólo a los días de quietud que constituyen el grueso de la vida, sino también al sueño, tal y como lo describe Shakespeare en Macbeth.  

Añadí que nuestro deber era estudiar y como tal continuaríamos con nuestras clases normales. Mi comentario era una ironía contra los demás docentes, que habían vuelto sus clases en espacio para debates demagógicos.

Abordé todas las inquietudes de la clase y tuvimos una clase normal en medio de ese clima de lucha armada. En las semanas siguientes, los profesores de UNIMINUTO intentaron incriminarme con engaños que el azar desenmascaró providencialmente. En una ocasión, el micrófono de los conspiradores permaneció abierto y escuché claramente la voz de un profesor dando instrucciones a un alumno sobre qué decirme. Inmediatamente denuncié la situación a las autoridades, con el resultado de que en lugar de apoyarme, lo ignoraron e intentaron incriminarme con un estudiante falsamente ofendido, procesándome con un joven sacerdote que consideraban el más inteligente de la orden eudista.

Cuando pregunté quién me había denunciado, ese prelado no pudo expresarse. ¡Presumía que en mi nerviosismo ante su autoridad no podría preguntar por quién formulaba la acusación! Unos meses más tarde finalizó mi contrato de trabajo y, comprensiblemente, no fue renovado.

Lo que luché en UNIMINUTO a lo largo de 2021 fue una batalla ideológica en la que el triunfo de los argumentos descritos en este libro fue una píldora difícil de tragar para los poderosos directivas que desde las sombras hacían pactos secretos con las facciones violentas. Fui despedido de UNIMINUTO sin una razón válida un año después.

Pero, ¿tal ha sido el destino de la humanidad desde un comienzo? ¿El de no poder expresarse independientemente por temor a la represalia de mafias que organizan su ideología desde directrices impuestas por sus cabezas máximas, tal y como he presenciado y sufrido en carne propia en la mayoría de instituciones públicas y privadas en las que he trabajado en 3 continentes?

La respuesta es negativa si tenemos en cuenta los descubrimientos arqueológicos que demuestran la convivencia pacífica, hace unos sesenta mil años, del homo sapiens con el  hombre de Neandertal.


La ascendencia del hombre de Neandertal

En mi libro de relatos históricos “Historia Cifrada[6]”, desafiando las nociones tradicionales de inferioridad de las extintas especies, justifico la  superioridad del hombre de Neandertal frente al Homo sapiens.

La narrativa de setenta mil años de coexistencia pacífica entre Homo sapiens y Neandertales revela una convivencia armoniosa, donde ambos grupos compartían creencias y rituales, y resolvían disputas territoriales de manera pacífica, guiados por leyes universales a-priori.

El Homo sapiens, en su camino hacia la agricultura, inicialmente menospreció el estilo de vida nómada de los Neandertales. Sin embargo, las adversidades como cosechas arruinadas por desastres naturales obligaron al Homo sapiens a volver a abrazar su antigua forma de vida. Esto condujo a situaciones curiosas, como jóvenes Homo sapiens convirtiéndose en aprendices de los hombres de Neandertal.

La historia da un giro sombrío cuando Ka-Nin, hijo de Ad-Kan, acicateado por su esposa Li-veth, decidió asesinar a sus hermanos con la intención de apoderarse de los territorios de su familia.

Este acto temerario desencadenó una ola de violencia entre los Homo sapiens, que llevaría a los pacíficos Neandertales a una encrucijada existencial.

No contento con adueñarse de extensos territorios, Ka-Nin los cercó con piedras, anunciando que mataría a cualquier cazador Neandertal que entrase en ellos. Ningún Neandertal dio crédito a sus palabras, hasta que al siguiente mes su lanza asesinaba a cincuenta de sus cazadores, quienes, incapaces de creer tanta crueldad, expiraron sin oponer resistencia.

Los Neandertales convocaron a sus poetas, quienes, tras profunda reflexión, concluyeron que la inmolación era preferible a vivir en un mundo dominado por el miedo al asesinato.


El Final de los Neandertales


En el abrazo de la muerte, su dulce liberación,

De las batallas interminables por venir.

La paz reclama su sabiduría tranquila,

Lejos del estruendo, el rugido, el temor.


Oh, la muerte es un bostezo, no una herida,

Donde los conflictos encuentran alivio en su aliento.

No habrá almas valientes ni cobardes,

Ni esclavos de lamentos, ni sangrientos héroes.


Nuestra estirpe se desvanecerá en la noche,

Como la luz en este ocaso invernal.

Serénate despertando sueños,


En la explanada de los dioses, su simiente y cal,

Abandonaremos riquezas, esperanza y sal,

Consentidos de Dios por abandonar el mal.


Este trágico episodio marcó el fin de los Neandertales, con Ka-Nin convirtiéndose en su exterminador y en el primer asesino de su propia especie.

La extinción de los Neandertales no fue, por lo tanto, un acto de inferioridad, sino de resistencia ante la barbarie emergente en los Homo sapiens.

El miedo al crimen y a la violencia que los Homo sapiens padecemos es, por lo tanto, una herencia de aquellos días oscuros. Los poetas hebreos sintetizaron el exterminio de los Neandertales con el mito de Caín y Abel, y atribuyeron su precedente en el pecado de Li-veth, a quien los amanuenses hebreos llamaron Lilith primero y luego Eva, en tanto que los griegos lo representaron en la caída de Pandora.


“[Zeus] ordenó a Hefesto que hiciera una mujer de arcilla, a los Cuatro Vientos que le infundieran vida y a todas las diosas del Olimpo que la engalanaran. Esta mujer, Pandora, la mujer más bella jamás creada, fue enviada como regalo de Zeus a Epimeteo bajo la custodia de Hermes. Pero Epimeteo, que había sido advertido por su hermano de que no aceptara ningún regalo de Zeus, se excusó educadamente y no lo aceptó (…) Epimeteo, alarmado por el destino que había corrido su hermano, se apresuró a casarse con Pandora, a quien Zeus había hecho tan tonta, malévola y perezosa como bella (la primera de una larga serie de mujeres de este tipo). Al poco tiempo ella destapó un ánfora sobre la cual Prometeo había pedido a su hermano que no abriera nunca, en la que había conseguido encerrar con gran esfuerzo todos los males que podían infestar a la raza humana: la Vejez, el Trabajo, la Enfermedad, la Locura, el Vicio y la Pasión. Todos ellos salieron de la caja en forma de nube, penetrando a Epimeteo y Pandora en todas las partes de sus cuerpos, y atacando luego a todos los mortales. A pesar de todo, la Esperanza Falaz, que Prometeo también había encerrado en el ánfora, les convenció con sus mentiras para que no cometieran un suicidio general[7] ”.


Es Hesíodo quien prescribe que es gracias a la esperanza falaz que nuestra especie no ha cometido un suicidio colectivo.


La esperanza es un mal para los hombres,

Porque hace esperar cosas que no van a suceder.


Por lo tanto, ¿no fueron acaso más lúcidos los Neandertales aceptando su muerte, en lugar de ser cómplices o víctimas del miedo y sufrimiento al que Eva y Caín nos han sometido desde entonces?

Como ya vimos en el capítulo sobre la espera, la literatura de Samuel Beckett retoma el triste valor de la esperanza falaz, la creencia postergada de un mañana mejor que quizás, quién sabe, a quién le importa, nunca llegue.


Los Mayas, adoradores del Suicidio

La hipótesis más plausible de la extinción de la cultura Maya en Centroamérica obedecería a una lucidez similar a la de los Neandertales. 

Su culto a Ixtab, diosa protectora de los suicidas, corrobora dicha hipótesis; sin miedo al más allá, y creyendo firmemente que el paraíso también guarda moradas para quienes deciden renunciar a un mundo contaminado por el crimen, el engaño y la mentira, los constructores de las pirámides de Centroamérica cometieron un suicidio colectivo dos siglos antes de la inminente llegada de los conquistadores españoles que sus astrólogos anunciaban.

Los mayas, una civilización pacífica y próspera, se enfrentaron a la amenaza de la conquista española. Los mayas, como tantas culturas precolombinas,  preservaban mitos o leyendas de inmigrantes de apariencia caucásica provenientes de un continente extinto entre América y Europa, probablemente la extinta Atlántida que Platón describe en detalle en sus diálogos.

Sus conocimientos de astrología y otras ciencias que hoy occidente considera, no sin arrogancia, ocultas, anunciaban la llegada de los españoles, pueblo violento y guerrero que importaría guerra y la destrucción.

Dicha hipótesis es corroborada por la prudente actitud de Moctezuma hacia Cortez, quien, a diferencia de su arrebatado hermano Cuauhtémoc, prefirió el diálogo y la negociación al enfrentamiento. Moctezuma seguía el precepto de sus astrólogos, quienes anunciaban el inminente fin de su imperio y el dominio español. En lugar de conducir a su pueblo a una muerte sobre el campo de batalla, Moctezuma cedió su trono pacíficamente a un nuevo rey, lo que le granjeó desprecio y, eventualmente, su muerte. La inmolación de Moctezuma lo mancomuna con héroes espirituales como Sócrates y Jesucristo, tema de mi obra de teatro “Cortés y Moctezuma[8]”.

Los sacerdotes mayas, conscientes de que su civilización no podría resistir a los españoles, abrazaron el suicidio colectivo. En un acto de desprecio por un mundo de mentiras y asesinatos, los mayas prefirieron morir en paz que vivir bajo el yugo de los españoles.

El suicidio colectivo de los mayas fue un evento trágico, pero también un acto de coraje y dignidad.

Abordo dicho dilema en mayor detalle en mi libro “Historia Cifrada”.


El desapego de Schopenhauer por la vida

Schopenhauer es considerado un filósofo pesimista en virtud de sus estudios budistas y de su apreciación del cristianismo como manifiesto desapego a la vida misma. A pesar de los slogans de tantas iglesias cristianas que celebran el cristianismo con optimismo, es evidente que la postura de Schopenhauer era más cristiana que la que los mismos cristianos modernos predican.

Schopenhauer creía que la vida era la cosa-en-sí, ese mundo interior imperceptible que maneja los hilos de la existencia. A la vida, según él, no le interesa la existencia individual, sino su eterna manifestación sobre la faz de la tierra, y para ello se vale de nuestra optimista credulidad.


Nietzsche, émulo de Sócrates

Nietzsche refutó, no sin argumentos, la validez de una filosofía que históricamente negaba la vida para anunciar que su verdad estaba en su negación. Su ácida crítica contra Sócrates, quien, como los sabios de Neandertal, prefería morir a vivir en una sociedad de engaño e injusticia, despierta hoy nuestra admiración y paradójico rechazo.

El mismo Nietzsche ejemplifica el destino de aquellos genios que, poseedores de la verdad, son menospreciados por una sociedad de nepotismos y complicidades, la cual, prefiriendo al sofista retórico y embaucador sobre el poeta que proclama escuetamente la verdad, condena a este último al exilio y el ostracismo.

Su destino como alemán fue el mismo de Cordelia, la hija menospreciada del Rey Lear, quien, en lugar de encomiar la historia de su nación anunciando un imperio venidero, tal y como Hegel había hecho en su “Filosofía del Espíritu”, se dedicó a menoscabar del antisemitismo y el nacionalismo alemán, enemigos del genio individual que su Übermenschen preconizó.


El ennui de Shakespeare

Shakespeare, a través de sus obras, exploró frecuentemente el tema del desencanto y el rechazo por el mundo. Además de "Hamlet", que ya hemos analizado, hay otros pasajes notables que expresan este sentimiento:


"La vida no es más que una sombra que pasa, un pobre actor que se pavonea y se agita durante su hora en el escenario y luego no se le oye más. Es un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada". Macbeth.

"¡Oh, villano! He mirado el mundo durante cuatro veces siete años, y como sabía distinguir entre un beneficio y un daño, nunca encontré hombre que supiera amarse a sí mismo". Otelo.

"Esclavo, he puesto mi vida en un yeso,

Y soportaré el riesgo de morir”. Ricardo III.


Estos pasajes revelan una visión pesimista y crítica del mundo, pero tal percepción es propia de criminales condenados, quienes justifican sus crímenes por la aparente inutilidad de la vida.


Leopardi

Giacomo Leopardi, en su obra "A Mí Mismo", también expresó un profundo desencanto hacia la vida y la sociedad. En sus versos, Leopardi reflexiona sobre la vanidad de las aspiraciones humanas y la fugacidad de la felicidad. Su poesía revela una melancolía existencial, similar a la encontrada en los escritos de Shakespeare.

En un solo verso, Leopardi describe la vanidad de las aspiraciones humanas:

 

Veder che tutto è vano altro che il duolo[9].

Ver que todo es en vano excepto el dolor.

Leopardi también cree que la felicidad es una ilusión pasajera que debe ser sacrificada en beneficio de los demás, como hizo Filípides al expirar tras anunciar a Atenas la victoria de Maratón:


“La vida es una miseria, lo mejor es desecharla gloriosamente y por el bien de los demás y del país, ¿qué placer hay en una vida ociosa conservada con tanto cuidado? ¿Cómo es que se evitan los peligros?[10].

 

Voltaire

            En su novela "Cándido", Voltaire satiriza la creencia optimista de que este es el "mejor de los mundos posibles". La novela cuenta la historia de Cándido, un joven ingenuo que es expulsado de su casa por su tutor, Pangloss, un filósofo optimista que cree que todo es para bien en el mejor de los mundos posibles.

A lo largo de su viaje, Cándido experimenta el sufrimiento y la injusticia de la vida. Ve guerra, pobreza, enfermedad y muerte. Al final de su viaje, Cándido ha aprendido que el mundo es un lugar imperfecto y que la felicidad es una ilusión evanescente. De hecho, el sufrimiento y la persecución se presentan como el remedio al mayor mal de todos, el aburrimiento:


“Me gustaría saber qué es peor, o ser violado cien veces por piratas negros, que me corten una nalga, que me golpeen los búlgaros, que me azoten y me ahorquen en un auto de fe, que me azoten y me ahorquen en un auto de fe. disecado, remar en galera, experimentar finalmente todas las miserias por las que todos hemos pasado, o quedarnos aquí sin hacer nada? "Esa es una gran pregunta", dijo Cándido[11].”


            Su novela es un esfuerzo por burlarse de la premisa demostrada por Leibnitz, de que vivimos en el "mejor de los mundos posibles; no obstante, las conclusiones de Pangloss, el alter ego de Leibnitz, prevalecen al final del relato:


“Toda la pequeña sociedad se unió a este loable diseño; todos comenzaron a ejercitar sus talentos. La pequeña tierra produjo mucho. Cunegunda era, en verdad, muy fea; pero llegó a ser una excelente pastelera; Paqueta Bordada; la anciana se ocupaba de la ropa blanca. No hubo ni siquiera el hermano Giroflee que no prestara servicio; fue muy buen carpintero, y hasta llegó a ser un hombre honesto; y Pangloss decía a veces a Cándido: “Todos los acontecimientos están relacionados en el mejor de los mundos posibles: porque, finalmente, si no te hubieran echado de un hermoso castillo con grandes patadas en el trasero por el amor de la señorita Cunegunda, si no hubieras sido puesto en la Inquisición, si no hubieras corrido a través de América a pie, si no le hubieras dado un buen golpe con tu espada al barón, si no hubieras perdido todas tus ovejas del buen país de El Dorado, no comerías aquí cidras y pistachos confitados. “Está bien dicho”, respondió Cándido[12]”.



[1] Milton, J., & Le Comte, E. (1961). Paradise lost, Samson Agonistes [and] Lycidas. [New York] New American Library, 282.

[2] Reynoso, L. (2023, julio 11). Pagar para no matar: El gobierno de Gustavo Petro defiende su programa para alejar a los jóvenes de la violencia. El País. https://elpais.com/america-colombia/2023-07-11/pagar-para-no-matar-el-gobierno-de-gustavo-petro-defiende-su-programa-para-alejar-a-los-jovenes-de-la-violencia.html

[4] Santander Ferreira, H. N. (2022). El Profeta Invisiblet. Stanley.

[5] Standing, G. (2013). El precariado, una nueva clase social. Pasado & Presente.

[6] Santander Ferreira, H. N., & PETRUS ROMANUS. (2022). Historia Cifrada: Especulaciones históricas. Editorial Stanley.

[7] Graves, R. (2002). Los mitos griegos (1st ed.). Madrid: Alianza,  191 – 192.

[8] Santander-Ferreira, Hugo Noël (2021). Cortés y Moctezuma: Obra de Teatro para dos actores. Stanley.

[9] Leopardi, Giacomo (1927). Canti di Giacomo Leopardi. Bologna, Capelli.

[10] Ibídem. “La vita è una miseria, il suo meglio è gittarla gloriosamente e pel bene altrui e della patria, che piacere si prova in una vita oziosa conservata con tanta cura ? Come mai si fuggono i pericoli?” 279.

 

[11] Voltaire (2012). “«]e voudrais savoir lequel est le pire, ou d’être violée cent fois par des pirates nègres, d’avoir une fesse coupée, de passer par les baguettes chez les Bulgares, d’être fouetté et pendu dans un auto-da-fé, d’être disséqué, de ramer en galère, d’éprouver enfin toutes les misères par lesquelles nous avons tous passé, ou bien de rester ici à ne rien faire ? — C’est une grande question», dit Candide.” Candide ou L’optimisme. Libro, 83.

[12] Ibidem. “Toute la petite société entra dans ce louable dessein; chacun se mit à exercer ses talents. La petite terre rapporta beaucoup. Cunégonde était, à la vérité, bien laide; mais elle devint une excel¬ lente pâtissière; Paquette broda; la vieille eut soin du linge. Il n’y eut pas jusqu’à frère Giroflée qui ne rendît service ; il fut un très bon menuisier, et même devint honnête homme ; et Pangloss disait quelquefois à Candide: «Tous les événements sont enchaînés dans le meilleur des mondes possibles : car enfin si vous n’aviez pas été chassé d’un beau château à grands coups de pied dans le derrière pour l’amour de mademoiselle Cunégonde, si vous n’aviez pas été mis à l’Inquisition, si vous n’aviez pas couru l’Amérique à pied, si vous n’aviez pas donné un bon coup d’épée au baron, si vous n’aviez pas perdu tous vos moutons du bon pays d’Eldorado, vous ne mangeriez pas ici des cédrats confits et des pistaches. — Cela est bien dit, répondit Candide,” 85.

bottom of page