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Los Martirios de John Lennon y la Princesa Diana

  • Foto del escritor: Consultorías Stanley
    Consultorías Stanley
  • 15 nov. 2023
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 11 mar.


John Lennon Memorial
John Lennon


A Mauricio Rodríguez S.J.

Genuinus discipulus Iñigi


En la década de 1960, una banda de rock llamada "The Beatles" se convirtió en una sensación mundial. Sus canciones, que hablaban de paz, amor y justicia, resonaron en personas de todo el mundo. Uno de los miembros de la banda era John Lennon, un hombre carismático y elocuente que rápidamente se convirtió en un líder espiritual para muchos.

John Lennon nació en una familia humilde en Liverpool. Desde muy joven había mostrado un gran interés por la música, la religión y la filosofía. A medida que crecía, se dio cuenta de que el mundo estaba lleno de injusticia y sufrimiento. Decidió dedicar su vida a luchar por un mundo mejor, más justo y equitativo.

Sus canciones, que predicaban la igualdad y la hermandad entre todos los seres humanos, atrajeron a multitudes de seguidores.

Entre los admiradores de John Lennon se encontraba una mujer llamada Isabel II, Reina de Inglaterra. Isabel era una mujer cruel y despiadada que no toleraba la disidencia y anhelaba gobernar el mundo.

En el plano espiritual, ella era la reencarnación de Jetzabel y Salomé, ésta última hija de una amante de Herodes Antipas. Jetzabel era una mujer ambiciosa y manipuladora dispuesta a utilizar su belleza para conseguir lo que quería, eliminando a cualquiera que se interpusiera en su camino.

Isabel amaba secretamente a John, pero él no le correspondía. Alcanzó a ser su mayor fan, hasta el día en que John la humilló en público, obligándola rotar sus joyas en el aire como una esclava, provocando las risas de sus súbditos, mofándose de sus privilegios, haciéndola sentir ridícula.

Desde entonces, Isabel había jurado venganza.

Una noche, Isabel planeó una trampa para John Lennon. Ella lo invitó a un concierto privado y, en su camino, dos matones lo atacaron y golpearon. John Lennon fue humillado y herido, pero sobrevivió al ataque.

Isabel no se rindió. Su jefe de protocolo encontró a un hombre obsesionado con las composiciones de John Lennon, Mark David Chapman, al que apodaron el Lunático, y al que sus espías manipularon con ondas de frecuencia exclusiva, enviándole voces que se identificaban como la voz de Jesús, para inducirlo a que llevara a cabo el asesinato.

En su deseo de lograr la paz para su nación, John Lennon se reunió entonces con un grupo de líderes terroristas del IRA.

Isabel se enteró del encuentro y organizó una conspiración secreta con sus agentes.

El Lunático se acercó a John Lennon y le pidió un autógrafo; habiendo obtenido aquel gesto de amabilidad del profeta, se alejó y volvió para dispararle con un arma de fuego cuatro veces.

John Lennon murió poco después.

Luego de que el Lunático afirmara que lo había hecho porque escuchaba la voz de Jesús que le ordenaba hacerlo, el caso fue cerrado. El Lunático fue recluido en un asilo, en donde a punta de choques eléctricos lo convirtieron en un vegetal humano.

La muerte de John Lennon fue un golpe devastador para sus fans. Muchos de ellos creían que era un mártir y que su muerte era el presagio de un futuro nefasto.

Isabel, por su parte, celebró la muerte de John Lennon. Sus médicos le aseguraron que con su medicina avanzada y millonariamente subsidiada la harían vivir doscientos años. Creía con vehemencia que ya nadie se le opondría a ocupar el trono del mundo.

Hasta que su hijo mayor contrajo matrimonio.

La princesa Diana era una mujer amable y compasiva que se preocupaba por los demás. Se había enamorado de las ideas de John Lennon y se atrevió a aplicarlas como futura reina de Inglaterra. Isabel II devino celosa del amor de su nación por la princesa Diana y, más aún, de su veneración por el idealista John Lennon. Por eso, en cuanto supo que estaba saliendo con uno de sus amantes en París, ordenó a sus asesinos que le provocaran la muerte en un accidente.

El fin de la princesa Diana fue un golpe devastador para el pueblo de Inglaterra. Sin embargo, su amor por el cargo que representaba Isabel llevó a los ingleses a concederle el beneficio de la duda a su monarca, eximiéndola de las abrumadoras pruebas que demostraban su culpabilidad.

Isabel vivió a sus anchas por veinte años, sin saber que John Lennon era la encarnación de Juan el Bautista y, como tal, había venido a anunciar al Mesías y a morir por la verdad antes de su regreso.

En 2012, la Reina se enteró por sus agentes australianos de un profeta en quien los hindúes reconocían a Krishna el inmortal.

La reina vio videos de Jesús reencarnado en un hombre de América Latina llamado Petrus, hablando ante una multitud de seguidores. Su expresión tranquila y sus atrevidos juicios, en los cuales denunciaba los absurdos de la organización política mundial, parecieron mover a la audiencia. Sus seguidores creían que era un profeta enviado por Dios para salvar al mundo y establecer un Reino de Paz.

Corría el año 2013 y el mundo se encontraba en un estado de caos, en medio del cambio climático.

La reina Isabel II estaba aterrorizada por la popularidad de Petrus, que se presentaba como la encarnación de Cristo. Temía que su mensaje de paz y unidad amenazara su poder.

Por ello Isabel ordenó su muerte. Esa noche la reina descendió de un helicóptero junto a Daniel Craig, actor que encarnaba a James Bond, 007, ante las aplaudidas cámaras de televisión de la BBC.

El primer espía, un irlandés llamado Ángel, viajaría a la boda de Petrus, a la cual se había hábilmente autoinvitado. Pero justo antes de partir, la única hija de Ángel se ahorcó dejando una nota en la que culpaba a su padre de sus traumas.

Isabel ordenó que torturaran y asesinaran a Petrus, y su cuerpo fuese colgado en la plaza pública como advertencia a todos aquellos que se atrevieran a desafiar la corona de Inglaterra. Pero ninguno de sus espías aceptó su orden. Temían que el acusado fuera verdaderamente un dios en la tierra, y se decían unos a otros que aquel hombre no había causado ni estaba causando ningún daño a su nación.

Pero Isabel sufría lo indecible todos los días, sobre todo desde que Petrus publicó en sus redes sociales que John Lennon sería reivindicado, y que su canción “Imagina” se haría realidad en esta generación.

Isabel sopechaba que esto significaba la abolición de la propiedad privada y el fin de los privilegios del 1% de la humanidad sobre el otro 99%.

Reunió y convenció de inmediato a los estadounidenses y europeos del continente para que controlaran las redes sociales de Petrus.

Desde entonces lo espiaban las 24 horas del día, los 7 días de la semana, a la par que evitaban la difusión de sus mensajes. Se creó una unidad para impedirle triunfar como escritor, director de cine o actor, profesiones en las que Petrus se destacaba en 7 idiomas y en 7 países de cinco continentes.

Isabel esperó pacientemente a que floreciera una nueva generación de espías. Llegó el 2018 e Isabel ofreció a Ángel venganza por la pérdida de su hija. Ángel sufría por que aquel “Príncipe Próspero” se jactaba de haber sido protegido de su ataque por Dios, adivinando con sus artes mágicas sus abusivas intenciones.

Ángel conformó su equipo con “El Rojo”, un joven estadounidense de 27 años, hijo de un Papa, que se reuniría en Bogotá con “La Lacra”, un guerrillero fanático del líder Gustavo Petro, a quien Petrus había ofendido luego de denunciar públicamente a todos los líderes de la guerrilla colombiana por sus alianzas con el hampa y el terrorismo.

Pero Dios protegía a Petrus esta vez, honrando la parábola de los malvados trabajadores de la viña:


“Había un hombre, padre de familia, que plantó una viña, la cercó, cavó en ella un lagar, edificó una torre, la alquiló a unos labradores y se fue lejos.

Y cuando se acercaba el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibieran sus frutos.

Pero los labradores, tomando a los sirvientes, a uno golpearon, a otro mataron y a otro apedrearon.

Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; Y les hicieron lo mismo.

Finalmente les envió a su hijo, diciendo: Respetarán a mi hijo.

Pero los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Éste es el heredero; Venid, matémoslo y tomemos posesión de su herencia.

Y lo tomaron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.

Entonces, cuando venga el señor de la viña, ¿qué hará con esos labradores?

Ellos le dijeron: Destruirá a los impíos sin piedad, y alquilará su viña a otros labradores, quienes le pagarán el fruto a su tiempo.”

(Mateo 21:33-41. Reina-Valera 1960).


El día señalado fue el 6 de septiembre de 2022. Los asesinos se reunieron en el aeropuerto de Palonegro, y condujeron hacia el edificio donde vivía Petrus, con el fin de secuestrarlo y suicidarlo.

Entonces, de repente, ¡tal era la voluntad de Yahvé!, se desató una tormenta; El agua era tal que una montaña se desplomó sobre ellos, enterrándolos durante varias horas antes de ser arrojados a un río.

La Reina quiso dar una tercera orden, pero los demonios que había cautivado a lo largo de su vida se rebelaron por autoridad divina y la asesinaron golpeándola contra los techos y paredes de su despacho, ante la mirada atónita de la corte inglesa.

Este fue el fin de Jetzabel, autora intelectual de los martirios de John Lennon y la princesa Diana.

Así se cumplió la profecía de Santa Catalina de Siena:


“Sepan que en el último día del juicio, cuando mi Hijo el Verbo venga con mi divina Majestad a recuperar el mundo con poder divino, no vendrá como un niño pobre, como cuando nació, entrando en el vientre de una Virgen y naciendo en un establo, entre los animales, para luego morir entre dos ladrones. Entonces escondí mi poder en él, dejándolo soportar dolores y tormentos como un hombre: no es que mi naturaleza divina estuviera separada de mi naturaleza humana; pero lo dejé sufrir como hombre para enmendar vuestros pecados.

No será así ahora en este último advenimiento; sino que vendrá con poder y lo traerá de regreso con su propia persona. Y no habrá criatura que no tiemble al verlo, y pagará a cada uno lo que le corresponde.

Su aparición causará tremendo tormento y terror en los malvados condenados que no lengua bastaría para narrarlo; en los justos despertará temor y reverencia con gran alegría.”


Cuento de Historia Cifrada



 
 
 

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